CASTILLO DE LOARRE Y MALLOS DE RIGLOS

Cualquiera me diría que se me ha perdido en Huesca. Efectivamente, en Huesca no hay casi nada de ver, a excepción de sus alrrededores. A 40 kilómetros al norte de Huesca existe una zona a la cual le llaman los «Mayos de Riglos». Se trata de unos peñascos totalmente verticales de unos 150 a 200 metros de altura. Su vista es impresionante y el pequeño pueblo de Riglos parece un pesebre a los pies de los peñascos. En la misma zona se encuentra el pueblo de Loarre y en una cima colindante el precioso Castillo de Loarre, digno de visitar.

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Este pequeño pueblo tiene unos de los castillos más grandes y más bien conservados de Aragón.
Se llega en coche y se puede dejar en un espacioso parkin cerca del castillo. Antes de dirigirse al castillo, se deben comprar los tickets de acceso. A través de la página web
-Castillo de Loarre-, se puede observar los horarios, visitas guiadas y precio.
Aconsejo tenerlo en cuenta, preferentemente los horarios. Si la visita la hemos hecho por la tarde, podemos quedarnos a cenar en Loarre ó en Ayerbe. Si se escoje cenar en Loarre, hacerlo en un pequeño restaurante que hay en la plaza del pueblo.

Si te gustan las historias de caballeros y justas, la arquitectura románica y los entornos naturales de excepción, debes tomar nota de un lugar único para conocer: el Castillo de Loarre, en Huesca.

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Se dice que es una de las obras románicas mejor conservadas de Europa, sus murallas, interiores, patios y alrededores sirvieron de escenario a Ridley Scott para rodar fragmentos de “El Reino de los Cielos”.

El castillo se levanta en un promontorio rocoso a los pies de los Pirineos. El tiempo parece haberse detenido allí y que el castillo estuviera en ese lugar desde siempre, sobre esas rocas grises y remotas. Sus torres recortando eternamente el cielo aragonés.

Las laderas que lo rodean están tapizadas de pinos, almendros y olivos. Desde los valles soplan vientos fríos, pero cargados del olor de las especias de la zona. Las vistas desde cualquier ángulo, al acercarte, son impresionantes. Y una vez allí, inolvidables.

3695424152_93a3293d57_oLos orígenes de Loarre se remontan a la presencia de Roma en Hispania. Los historiadores creen que Loarre fue la antigua Calagurris Fibulariensis, cuyo pueblo ofreció su ayuda a Julio César enviando a sus mejores hombres a luchar a su lado en la batalla de Lérida en agosto del año 49 antes de Cristo.

Para el año 1016 Loarre era fortaleza fronteriza bajo el Rey de Aragón, Sancho Ramirez, nieto de Sancho III rey de Navarra . Los restos más antiguos del castillo que podemos ver, fueron construidos en este período (1015-1023) para proteger al reino del poder de Yahyà b. Mundir al-Muzaffar con sede en Zaragoza y una fortaleza cercana en Ayerbe.

El castillo fue usado como residencia real a lo largo de casi 100 años. Esta parte primitiva del castillo tiene una capilla así como la Torre de la Reina y la del Homenaje. Esta última se eleva 22 metros y sus muros tienen casi 2 metros de espesor.

La ubicación del Castillo de Loarre le otorgó un papel estratégico principal dentro de la cadena de castillos defensivos de la región de Huesca. Vivió 8 años bajo el poder musulmán (1062-1070) hasta que el rey Sancho Ramírez lo recuperó.

Durante este nuevo período cristiano se construyó la hermosa iglesia románica y un monasterio agustiniano aprovechando los pocos kilómetros que la separan de la ruta de peregrinación que iba desde Jaca a Puente La Reina.

La iglesia de San Pedro, entre sus murallas, es una obra de arte, con una amplísima nave cuyos cuatro pilaes convergen para sostener una cúpula, todo iluminado por las nuevas vidrierías que sus artesanos construyeron importando nuevas ideas renovadoras, combinándolas con la solidez de sus 82 columnas románicas.

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Un detalle impresionante de diseño: el castillo contaba originalmente con una única ventana: el mirador de la Reina, que daba a los reyes y nobles una vista impresionante a todo el paisaje circundante.

El rey Sancho Ramírez continuó usando el castillo temporalmente hasta su muerte en 1094, y a partir de allí se convierte en el asiento de los gobernadores reales.

En el siglo XIII se construye la muralla exterior para proteger al pueblo que se había formado a los pies del castillo y vienen tiempos más o menos pacíficos. Con algunos sobresaltos por agresiones en el 1413-14, continùa desarrollándose la vida por varios siglos.

La importancia del castillo, su figura de extraordinario diseño que se adapta al paisaje, su valor histórico, vuelven a tomar protagonismo a finales delsiglo XIX y a principios del XX (1904) es designado “monumento nacional”.

 

 

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