EL GRIAL Y LOS TEMPLARIOS DE SAN JUAN DE LA PEÑA

Una de las tradiciones más interesantes que tenemos en Aragón afirma que el legendario Santo Grial fue escondido durante siglos en las montañas de Huesca y custodiado en el Monasterio de Juan de la Peña. Conocedor de esta tradición, el rey Martín I el Humano se hizo con esta preciada reliquia y la trasladó a Zaragoza en 1399 aunque, posteriormente, Alfonso V la depositó en la catedral de Valencia donde se venera desde 1347 con el nombre de Santo Cáliz. ¿Qué es el Santo Grial? ¿Por qué llegó a nuestra tierra? ¿Donde se ocultó?

Con el término Santo Grial se conoce desde muy antiguo a la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena para instituir el sacramento de la Eucaristía. Por lo tanto, es considerada una de las reliquias más importantes de la cristiandad. Otras tradiciones afirman que, al día siguiente, José de Arimatea también recogió en él la sangre que brotaba del cuerpo de Jesús en la cruz, o quizá pudo ser la que limpió de su cuerpo antes de enterrarlo en su sepulcro. En cualquier caso, se trata de un vaso de especial importancia porque contuvo la sangre de Jesucristo.

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 Pero, más allá de tratarse de un mero objeto sagrado, el término Santo Grial también tiene otras significaciones de carácter filosófico, espiritual y mágico. Todas ellas fruto de las leyendas que han acompañado y alimentado su búsqueda a lo largo de los siglos. Generaciones de hombres han ansiado su posesión y se han dedicado buscarlo hasta la actualidad, convirtiendo este concepto en todo un icono de lo misterioso. Encontrarlo fue obsesión de los templarios, de los dirigentes nazis e incluso objetivo de un héroe moderno tan popular como Indiana Jones en uno de los episodios cinematográficos. ¿Qué tiene de especial el Santo Grial que lo hace más valioso que otras reliquias?

El hecho de haber estado en contacto directo con la sangre de Jesucristo alimentó la creencia de que esta reliquia tenía unos poderes extraordinarios. La capacidad de imaginación del pueblo no tiene límites y se llegó a decir incluso que se estaba realizado a partir de una gema caída de la corona de Lucifer. Posteriormente, fue guardada por Moises en el Arca de la Alianza y depositada por Salomón en el templo de Jerusalén. Desapareció al ser robada por un sacerdote y finalmente reapareció en Jerusalén cuando fue comprada por la Verónica para celebrar la Pascua.

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A comienzos del siglo XIII, el poeta alemán Eschembach dio forma al mito del Grial al escribir la historia de Parzival, y mucho tiempo después Wagner lo inmortalizó en sus óperas Parsifal y Lohengrin. Según esta leyenda el poder del Grial quedó hechizado por una bruja llamada Kundry y un caballero llamado Titurel lo escondió en los Pirineos, en el mítico monte de Montsalvat. Parzival, un caballero verdaderamente puro, utilizando la lanza de Longinos, acabó con el hechizo y desató su poder, pero el Santo Grial se perdió.

Dejando a un lado los pormenores de todas estas creencias desarrolladas por los libros de caballerías, lo que parece claro según la creencia popular es que este Santo Grial fue escondido en la Península Ibérica. ¿Por qué?

Los primeros cristianos guardaron como reliquias muchos objetos que habían pertenecido a Jesucristo y, según la tradición, el Santo Grial quedó en manos de San Pedro puesto que había sido elegido como cabeza de la Iglesia, y este mismo apóstol lo llevó consigo a Roma. Otras tradiciones afirman que primero fue llevado a Antioquía y posteriormente algún obispo sirio lo llevó a la capital del imperio romano. El caso es que a mediados del siglo III formaba parte de los tesoros de la iglesia romana cuando el emperador Valeriano, que intensificó la persecución a los cristianos, exigió al papa Sixto II que los entregase al Imperio. Ante la negativa del pontífice el emperador lo condenó a muerte, pero antes de morir encargó a su diácono, el oscense San Lorenzo, que vendiese todo y lo entregase a los pobres. San Lorenzo así lo hizo, lo que le valió ser quemado vivo en la parrilla tan solo cuatro días después, el 10 de agosto de 258. Pero de entre todas las joyas salvó el Santo Grial y encargó a dos soldados que lo llevasen a un lugar que él consideraba seguro: la casa de sus padres en Huesca.

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Esta sucesión de acontecimientos hizo que el Santo Grial terminase oculto en Huesca, en casa de San Orencio y Santa Paciencia, padres de San Lorenzo, hasta que la religión cristiana fue legalizada y pudieron comenzar a levantarse iglesias. La tradición afirma también que, además del Santo Grial, los soldados trajeron consigo como reliquia un pie carbonizado de San Lorenzo, y que las dos primeras iglesias levantadas en Huesca, San Pedro el Viejo y San Lorenzo, pudieron levantarse para albergar cada una de estas dos preciadas reliquias.

Ante la nueva amenaza que suponía la llegada de los musulmanes en el siglo VIII, Acisclo, el obispo de Huesca, decidió huir a las montañas junto a sus sobrinos Cornelio y Orosia y llevar consigo ambas reliquias para ponerlas a buen recaudo en los montes de Yebra de Basa.

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 Acisclo, Cornelio y Orosia, hoy patrona de Jaca, terminaron por ser apresados y martirizados por los musulmanes, quedando su recuerdo definitivamente ligado a este hermoso pueblo pirenaico. De hecho, el pie de San Lorenzo sigue allí, en su iglesia, donde se venera junto al cráneo de Santa Orosia, pero el Santo Grial fue llevado por los sirvientes del obispo hasta el Monasterio de Siresa.

En los años posteriores, estuvo en posesión de diferentes obispos en los monasterios de San Pedro de Siresa, San Adrián de Sásabe, donde aparecer vivieron hasta siete obispos, la iglesia de Bailo y, ya en 1044, en Jaca, donde se dice que si la Catedral tiene la envergadura que ostenta es porque fue concebida para albergar el Santo Grial. Sin embargo, tan solo unos años después, fue llevado a San Juan de la Peña por el obispo Don Sancho I, quien renunció a su cargo y se retiró a este monasterio donde había sido monje.

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 En este privilegiado lugar, que en estos años fue objeto de un gran desarrollo gracias del apoyo de los reyes de Aragón, convirtiéndose en su panteón real, permaneció el Santo Grial durante más de tres siglos. Su llegada a San Juan de la Peña atrajo a numerosos peregrinos que realizaban el Camino de Santiago y la reliquia adquirió una gran fama, por lo que a comienzos del siglo XIV fue embellecida con distintas piezas. La reliquia es una copa tallada a partir de una piedra de calcedonia, de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, que coincide con las que se fabricaban talleres sirios y egipcios del siglo I. En estos años se montó sobre un pie en forma de naveta con reborde de oro y se le unieron dos asas también de oro adornadas con perlas y piedras preciosas.

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3 comentarios en “EL GRIAL Y LOS TEMPLARIOS DE SAN JUAN DE LA PEÑA

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