Los Verdaderos Custodios de la Madre de Madres.
Myrían de Magdala
La Escogida de Emmanuel
María Magdalena
*Por Cesar Imbellone
TEMPLARIOS: HIJOS EL SOL CAPITULO II
EL INICIO
Dos mil años después de que Jesús, Juan y María vivieran sus vidas extrañamente significativas en una remota provincia del Imperio Romano, millones de personas siguen creyendo en la crónica de los Evangelios. Para ellas, Jesús era Hijo de Dios y de mujer virgen, y sucedió que encarnó como judío. Juan el Bautista fue su precursor e inferior espiritual, y María Magdalena era una mujer de “supuesta” dudosa reputación, injustamente deshonrada, por un Papa católico, a quien Jesús sanó y convirtió.
Pero la Orden del Temple descubrió un panorama muy diferente en sus años de excavaciones en el Templo de Salomón. Jesús no era el Hijo de Dios, sino “el enviado de Éste”, ni fue de religión judaica, aunque tal vez sí étnicamente judío; incluso existe información suficiente como para ubicar su nacimiento en Egipto y no en Belén. Todo apunta a que predicó un mensaje foráneo en el país donde montó su campaña e inició su misión, el país del pueblo de Dios, Egipto, y no Israel… Él mismo tildó a los judíos de adoradores del demonio cuando dijo a los sacerdotes en el Sanedrín: “Tenéis a una serpiente por Dios”, y de ahí que la Orden ha mantenido vivo en sus círculos internos el legado egipcio, unido al Jesús del amor, del Padre Universal y de la Madre Tierra.
No obstante, cabe destacar que sus contemporáneos vieron en Él a un adepto de la magia egipcia, criterio que también expresa el Talmud de los judíos. Quizás no sean más que rumores maliciosos, pero a veces eruditos, como por ejemplo cuando Morton Smith, (profesor de Historia Antigua en la Universidad de Columbia de Nueva York, fue un erudito bíblico estadounidense), admite que los milagros de Jesús guardan noble parecido con el repertorio habitual del “típico mago egipcio”. Además, fue entregado a Poncio Pilato bajo la acusación concreta de ser “un malhechor”, es decir, en términos jurídicos romanos, uno que echaba maleficios.
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Por otro lado, es importante mencionar que Juan, el Bautista, no reconoció a Jesús como Mesías, sino que lo bautizó, puesto que era uno de sus discípulos, y tal vez éste ascendió de entre las filas hasta convertirse en el segundo y sucesor a Simón el Mago. Poco después Juan fue asesinado.
Ahora hablando de María Magdalena, es preciso decir que posiblemente fuera una mujer acaudalada y diestra en el culto a deidades del antiguo Egipto, quizás hasta una sacerdotisa del culto a Isis. Fue sin dudas la gran compañera de Jesús en una pareja ritual, lo mismo que Helena lo fue de Simón el Mago, aunque decir “compañera” en época de Jesús significaba decir “esposa”, puesto que ningún rabí podía ser soltero, y bien se sabe que Jesús, se lo menciona en varios textos canónicos como apócrifos, como tal. Entonces, ¿quién fue su esposa?… Si hubo una, debió sin dudas ser ella, la de “Magdala”, o quizás, este termino no le hace real justicia, quizás Magdala, fuera por su significado y no por su lugar de nacimiento.
La naturaleza sexual de su relación queda explícita en muchos de los textos gnósticos que la Iglesia no permitió que se incluyeran en el Nuevo Testamento: ella fue nombrada “Apóstol de Apóstoles”, y era una notable predicadora que incluso fue capaz de reanimar a los decaídos discípulos después de la crucifixión. Pedro la odiaba porque detestaba a todas las mujeres, y a ella mas, ya que sus celos quedan de manifiesto en el evangelio apócrifo de Felipe. Lo cierto es que, Magdalena, luego de la crucifixión de Jesús, huye a las Galias (Francia), junto a Maria madre y al apóstol Juan entre otros.
Aunque no se sepa con exactitud la razón, lo cierto es que María Magdalena debió de tener poco que ver con el cristianismo tal y como se le conoce en la actualidad. Ella nunca pudo ser una predicadora cristiana, ni mucho menos una prostituta como la mostró la Iglesia Católica. Definitivamente, el cristianismo no es más que la evolución de la religión ancestral del antiguo Egipto, y esto es un hecho histórico, pese a quien le pese.
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La magia egipcia y los secretos esotéricos estaban en el trasfondo de la misión de Jesús, y la influencia egipcia en el relato evangélico es innegable: aunque Jesús se ajuste conscientemente al rol profetizado de Mesías judío, todo indica que Él y María Magdalena representaban al mismo tiempo el rito de Isis y Osiris, probablemente con fines iniciáticos.
El maestro de Jesús, fue Juan el Bautista, y se consagra como tal cuando le da bautizo y le entrega a dos de cuyos discípulos, su sucesor Simón el Mago y la ex prostituta Helena (quien el catolicismo confundido o utilizando abiertamente el personaje histórico, la suplantarla por María Magdalena), eran el calco exacto de Jesús y su consorte. Tal vez debía ser así. El conocimiento subyacente era de tipo sexual, el de la iluminación por medio del acto sexual sacro, concepto familiar dado en todo oriente y también al otro lado de la frontera de Egipto.
Por otro lado, es importante mencionar que, a pesar de lo que ha pretendido mostrar la Iglesia, la mano derecha de Jesús no fue Pedro, que ni siquiera formaba parte del círculo interior, tal como se nota por su reiterada incapacidad para entender las palabras del Maestro. Si Jesús tuvo un sucesor designado, ésa fue Magdalena, quién predicaba activamente las enseñanzas y las prácticas del antiquísimo culto de Isis, y no una variante herética del judaísmo como se cree con frecuencia.
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Siguiendo este orden de ideas, Jesús jamás mencionó el nombre de Dios, sólo se refirió a Él como ABBA (Padre) y nunca usando YHWH /JEHOVÁ u otras formas de nombrarlo, como lo hacían en la antigüedad.
Para comprender mejor hagamos un paréntesis para desarrollar uno de los “regalos” que nos ofrece esta fuente de Orden Ancestral sobre los secretos de los templarios. Según éstos, Yawe o YHWH es el nombre del “dios de los judíos”, quien, para los templarios, no es más que él mismo Satán, que estaría encerrado en el Arca de la Alianza, que sería o habría sido, por lo tanto, su tumba o cárcel.
Cabe destacar que el significado de la palabra “Arca”, cuya etimología sugiere que es un término relacionado con la idea de contener o guardar secretos, y que tiene su origen en la raíz griega derivada de la palabra “Arcano”, que significa “Ángel de la Revelación”, podemos deducir entonces, que el Arca estaría directamente relacionada con el Ángel de la Revelación, aquél que conmovió la creación, provocando la guerra en los cielos cuando sostuvo, según las escrituras, que “Dios no existía”. Este acto fue el motivo de su expulsión de las huestes celestiales, convirtiéndolo en el primer caído. Este hecho es MAL conocido como la “Rebelión de Lucifer”, y digo MAL, con mayúsculas, porque Lucifer y Satanás son dos entidades distintas. En todo caso, habría que referirse a este acontecimiento como “la rebelión de Satanás”, y no de Lucifer. De hecho, la Biblia jamás nombra a Lucifer como el diablo o la bestia, sino que siempre hace referencia a Satán o Satanás. Así como Magdalena se ganó el mote de pecadora, adúltera y prostituta sin serlo, Lucifer se ganó el mote del diablo sin serlo.
En la actualidad, existen algunas Iglesias y templos que son utilizados para iniciar a Templarios dentro de la Orden Ancestral. Por ejemplo, en Francia se encuentra una de ellas, la de Comps Sur Artuby (iglesia de Santa Filomena), donde los mensajes sobre el Arca son muy ilustrativos respecto de lo que ésta significa para los Templarios5. En estas Iglesias, las pinturas del Arca dejan un mensaje contundente cuando el artista plasma, o dibuja el relato del Arca de la Alianza en forma poco ortodoxa, (es importante recordar que en una iglesia templaria sólo se podía pintar lo que los templarios indicaran). Singularmente, la pintura del Arca, en esta versión templaria, no es transportada por ángeles, sino por seres que tienen la mitad de su cuerpo como de un ángel, pero con piernas de carnero, dando a entender que quienes portan el Arca son también ángeles caídos que llevan a su líder, Satanás, en el interior.
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Quizás aquí vuelva a cobrar imperiosa importancia la denuncia que hizo Jesús en el Templo cuando dijo: “El maligno está condenado y encerrado a la espera del juicio final”. Estas palabras, junto con la acusación que hace a los sacerdotes de adoradores de serpientes que tenían al mismo demonio por Dios, cierran el relato con una conjetura: según los templarios, el Arca es la tumba donde Dios encarceló al ángel rebelde y lo mantiene cautivo en este planeta a la espera de su juicio, que será al mismo tiempo que el de la humanidad?. Inquietante no?…
Volviendo al relato histórico, María Magdalena y Simón Pedro emprendieron caminos separados. Él fundó la Iglesia de Roma, y ella logró transmitir sus misterios a las nuevas generaciones de quienes supieron comprender el valor del principio de lo Femenino, los que fueron conocidos como los heréticos.
Juan el Bautista, Jesús y María Magdalena estaban indisolublemente unidos por su religión (la del antiguo Egipto), que adaptaron a la cultura judía, lo mismo que hicieron Simón el Mago y Helena. Estos últimos prefirieron concentrar sus actividades en
5 La pintura del Arca de la Alianza en la Iglesia Templaria de Comp Sur Artuby, (Francia) muestra que la misma es llevada por ángeles mitad demonios o ángeles caídos. Los templarios creían que el arca era una cárcel donde se custodió al líder de la rebelión contra Dios, Satán. En la representación la misma está abierta, dando a entender que Satán escapó y mora por el mundo. (N. del A).
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Samaria, y desde luego, no formaban parte ni del círculo interior de los misioneros egipcios, ni del grupo de seguidores de Simón Pedro, ni mucho menos del formado por los restantes apóstoles.
María Magdalena fue reverenciada por una corriente clandestina, que instauró en Europa, un culto de corte egipcio, algo muy parecido a lo que predicaron tanto Jesús como Juan.
Jesús fue venerado por la misma tradición de los heréticos, descendientes directos en lo espiritual de quien fue su monarca sacrificial y pro-mártir de la causa, cuya muerte causó conmoción por las circunstancias atroces que le rodearon, las dudas en cuanto a su responsabilidad y lo que se percibió como una manipulación poco escrupulosa de los discípulos de Juan el Bautista por parte de Jesús, una relación que los apóstoles jamás terminaron de entender y María sí.
No se sabe a ciencia cierta si Jesús ofició una ceremonia mágica de este género o no, aunque incluso si el espíritu de Juan estuviese sometido al poder de su rival no habría perjudicado en ningún sentido al movimiento de Jesús. Contrariamente, dada la mentalidad de la época, habría servido para que la mayoría de los discípulos de Juan se pasaran al bando de Jesús, en vista de la superioridad de los milagros de Éste; y como Jesús había contado a sus seguidores que Juan fue la reencarnación del profeta Elías, su autoridad debió quedar reforzada entre las masas.
Sin embargo, y pese a la peculiar noción de que Jesús hubiese controlado las almas de estos dos profetas, así como los secretos de la tradición clandestina, no se constituye en un problema para implementar el culto de Isis y Osiris; mejor dicho, los heréticos reverencian a Juan y a la Magdalena como sujetos de la realidad histórica, considerándolos como representantes de un sistema de creencias anterior a ellos mismos. Es decir, lo que importaba era lo que representaban: Sumo Sacerdote (Juan) y Suma Sacerdotisa (Magdalena) de un nuevo Reino de Luz, donde Jesús ocupa la tarea del “enviado del Altísimo”, que destronaba el reino de Satanás en el papel del dios de los judíos, YAWE 6.
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Las dos tradiciones –la centrada en el Bautista y la que veneró a la Magdalena– no se distinguen, en realidad, hasta el siglo XII, cuando aparecieron los cátaros en el Languedoc y los templarios alcanzaron el pináculo de su poder. En ese momento existe un vacío en la transmisión de esas tradiciones, que parecen sumidas en un agujero negro entre los siglos IV y XII, hasta 1945, cuando alguien encontró en Egipto los textos de Nag Hammadi, que destacan el rol de la Magdalena.
Por otro lado, en Francia persistían ideas sorprendentemente parecidas que luego tuvieron su influencia sobre los cátaros. Y si bien la Iglesia de Juan el Bautista aparentemente desapareció después del año 50 más o menos, se deduce que siguió existiendo por las condenas que los miembros de la Iglesia no dejaron de dirigir en contra de los sucesores de Juan –Simón el Mago y Dositeo– durante los siguientes doscientos años. Esa tradición resurgio en el siglo XII, adoptando la forma de veneración mística de los templarios iniciada por Juan y la Santa Madre de Madres: María Magdalena.
Es imposible decir con precisión lo que pudo suceder con ambas tradiciones a lo largo de ese intervalo de tiempo. Sin embargo, como producto de nuestra investigación,
6 Satán para los templarios es Yawe o Jehová. Dicen las Escrituras judías: “Yawe hablaba al pueblo judío desde dentro del arca a través de los sacerdotes”. Yawe mandaba a la batalla a su pueblo con un explícito mandato de matar mujeres, ancianos y niños. Éste no es ni por casualidad el Dios “Abba” que Jesús predicó. Para los templarios, Jesús nunca nombró a Yawe como su “padre”, y se enfrentó a los sacerdotes del Sanedrín, que custodiaban el Arca en el templo, diciéndoles: «Vosotros, adoradores de serpientes que tienen al mismo diablo por Dios». Estas afirmaciones de Jesús completaron el rompecabezas para los templarios. El Dios Padre de Jesús no es el mismo dios de los judíos, y por ende Jesús no era su mesías. (N.del A.).
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creemos estar en condiciones de aventurar una conjetura: que el linaje de Magdalena continuó en el sur de Francia, si bien cualquier documento que pudiera corroborarlo debió ser destruido seguramente durante la devastación sistemática de la cultura languedociana que acompañó a la cruzada contra los albigenses. Pero, aun así, los ecos de esta tradición han llegado hasta la actualidad, acompañando las creencias cátaras sobre la relación entre Magdalena y Jesús, que quedó reflejada en el opúsculo relacionado con la influencia cátara, en los textos de Nag Hammadi.
También es probable que la tradición sanjuanista sobreviviese independientemente en el Oriente próximo, gracias a los antepasados de los mandeos y los nusayríes. Sea como fuere, se sabe que apareció en Europa siglos más tarde, pero… ¿cómo llegó hasta allí?, ¿quién supo entender su valor y por eso decidió mantener en secreto estas creencias?
Una vez más se encuentra la respuesta en aquellos monjes-soldados cuyas operaciones militares en el oriente no fueron sino el pretexto para una búsqueda dirigida a la consecución del conocimiento esotérico, es decir, los templarios iniciados del Secretum Templi. Ellos llevaron a Europa la tradición juanista para unirla a la de Magdalena, con lo cual complementan el sentido de los que durante algún tiempo debieron parecer misterios separados (el femenino y el masculino). Hay que recordar que los nueve templarios fundadores eran oriundos de la cultura languedociana (normandos), alma y corazón del culto a Magdalena según la tradición ocultista que aprendieron.
No creemos que haya sido pura coincidencia que se produjera la unión de estas dos tradiciones a cargo de los monjes guerreros pues, al fin y al cabo, la meta principal de éstos era buscar y utilizar los conocimientos más arcanos. Todo indica que los templarios no salieron a buscar la tradición juanista como ciegos que andan a tienta, sino que, por el contrario, ellos sabían lo que buscaban, aunque hoy no nos sea posible deducir cómo llegaron a saberlo.
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Evidentemente estaba en juego mucho más que unos vagos ideales religiosos. Los templarios eran hombres de mentalidad eminentemente práctica, a quienes les interesaba la adquisición del tipo de poder que brinda el conocimiento, por lo que decidieron exponerse a los horribles castigos que en esa época se reservaba a quienes sostenían creencias ocultas. Pero como ya se ha mencionado, esas creencias no eran sólo unas ideas espirituales que alguien decidiese abrazar por la salvación de su alma, sino que se trataba de secretos mágicos y alquímicos, que, como ningún otro, les habría asegurado una ventaja decisiva desde el punto de vista de lo que hoy llamaríamos “la ciencia”.
Ciertamente la superioridad de sus conocimientos en materias como la geometría y la arquitectura sacra quedó reflejada en las catedrales góticas que hasta hoy día podemos apreciar, como otros tantos “libros de piedra” donde ellos plasmaron los frutos de su excursión por los mundos esotéricos. Además, en su exploración de todos los saberes, los templarios procuraron aumentar su dominio de la astronomía, la química, la cosmología, la navegación, la medicina y las matemáticas, ventajas que no es necesario ponderar.
Pero los templarios no limitaron a esto sus ambiciones en la búsqueda del conocimiento oculto, también persiguieron las respuestas a los grandes y eternos problemas. En la alquimia encontraron quizás la respuesta a algunos de ellos. Esta ciencia misteriosa que ellos abrazaron revelaba los secretos de la longevidad, según se ha creído en todo tiempo, o tal vez de la inmortalidad física. Los templarios no se limitaron a desear la extensión de sus horizontes filosóficos o religiosos, ambicionaban adquirir el poder definitivo, ser los amos del tiempo, vencer la tiranía de la vida y de la muerte.
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No obstante, a ellos les sucedieron, generación tras generación, otros “heréticos” que recogieron el guante, continuando esa tradición con fervor no disminuido. Muy grande fue la atracción de esos secretos, sin duda, para que tantas personas estuvieran dispuestas a arriesgarlo todo con tal de poseerlos, pero ¿en qué consistían? ¿qué tenían las tradiciones de la Magdalena y Jesús o la de Juan el Bautista para provocar semejante celo y devoción? No se puede contestar a preguntas de este género, pero cabe apuntar dos posibles soluciones:
La primera es que las peripecias de Magdalena y de Juan el Bautista, referidas anteriormente, ofrecen el secreto de lo que muchos creyeron era la verdadera cristiandad, la misión auténtica, antes de que fuera convertida en otra cosa muy diferente. Así, mientras en derredor se deterioraba la condición de la mujer y se degradaba la sexualidad, quedando en manos de clérigos las llaves de los cielos y de los infiernos, los heréticos buscaban el consuelo e iluminación en los secretos de Juan y de Magdalena, asumiendo que por la mediación de esos dos “santos” podrían unirse en secreto a la sucesión ininterrumpida de los adeptos gnósticos y paganos que se retrotraían al antiguo Egipto, (y posiblemente a épocas anteriores), tal como afirmara Giordano Bruno: “La religión egipcia era muy superior al cristianismo, en todos los aspectos”.

* Quien era Giordano Bruno?
A lo largo de nuestra historia ha habido personas que no han dudado en enfrentarse a los poderes establecidos, que esclavizan con sus leyes a la humanidad, en una época de oscuridad provocada por la santa inquisición, que con la quema de libros y sus atrocidades, sumió a toda Europa, en la ignorancia y el miedo, surge un hombre rebelde capaz de enfrentarse a la institución más poderosa de su época; la Iglesia Católica.
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Dentro de la iglesia, tuvo acceso a un montón de libros que influyó en su forma de ver el mundo y el universo. Esto le llevó a tener un extraordinario conocimiento, sobre seres de otras dimensiones, algo impensable para su época. También aprendió sobre el poder de la imaginación, y el control de masas, algo bastante insólito en aquella días. Todo esto que acabo de relatarles, llevó a que este hombre, a ser víctima brutal de la supuesta “Santa” inquisición.
Este era Giordano Bruno, uno de los hombres y espíritus más indómitos que pudo haber vivido en el siglo XVI. Un individuo que tuvo un nexo de extrema relación con las sociedades secretas de su época y que sin duda tomo contacto, y quizás, hasta fue parte de lo que fuera en su momento la Orden del Temple, quien ya para su época, era la madre de las sociedades secretas.
Nacido en 1548 en el territorio de Nápoles por aquel entonces parte de la corona española, fue astrónomo, teólogo, filósofo, poeta, matemático y profesor universitario.
En 1565 ingresa a la Orden de los dominicos, recordemos que la Orden de los dominicos, es una institución contemporánea a la Orden del Temple y quizás es aquí, en este episodio de su vida, donde empieza a conocer sobre los templarios y sus misterios,. Quizás la Orden fundada por Domingo Guzmán, fuera su puerta de entrada al mundo mágico de los monjes blancos.
Bruno, con solo 27 años, recorre todo Europa, va desde Italia a Francia y obviamente a Inglaterra ambas como todos sabemos, lugares en que la Orden del Temple, tenía su mayor actividad en la clandestinidad. Es en este tiempo en que ya comienza a ser perseguido por la Iglesia.
Tiempo después, vuelve a Italia engañado por un amigo, que trabaja en secreto para la Santa inquisición. En Mayo de 1600, la inquisición apresó a Bruno, lo encarceló y confiscó todos sus bienes, pero especialmente su gran biblioteca, que era codiciada por la santa sede, dada la temática que abordaban, y lo peligroso que para esta, dada su fuente de información herética que esta sin control.
Pasó nueve años encarcelados en la mazmorras que tenía el Vaticano. Se le acusó entre otras cosas por no reconocer la autoridad de la iglesia católica, no creer en la Trinidad, ni la divinidad de Jesús, ni la virginidad de su madre María. Casualmente estas creencias, nos recuerdan mucho de las acusaciones en contra de los templarios en 1307, cuando son apresados por la iglesia y el rey, Felipe el hermoso de Francia.
Está claro en estas acusaciones, la relación directa de Bruno, con el conocimiento que habían adquirido los templarios, que estudiaban en sus círculos más herméticos y secretos.
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Otra de las acusaciones hacia Bruno, fue la de creer en múltiples mundos, la reencarnación, y opinar en contra de la misa. Por todo esto, el papa Clemente VIII, lo declaró hereje en Febrero de 1600, y lo sentenció a morir en la hoguera. Un dato no menor es que con el, ardieron todos sus libros, que fueron incluidos en una especie de lista negra, prohibiéndose su lectura.

Al igual que el Gran Maestre de los templarios en la hoguera, sus últimas palabras pasarían a ser célebres., «tembláis acaso más vosotros al anunciar esta sentencia, que yo al recibirla».
Increíblemente el gran conocimiento de Bruno, encontró sus inicios en los libros prohibidos de la iglesia católica, libros al cual él tuvo acceso mientras formaba parte de la Orden de los dominicos.
Sus ideas revolucionarias dentro de un mundo sumido en la ignorancia, eran casualmente, las contrarias a las impuestas por la Iglesia Católica. Tenía la teoría de que Sol era simplemente una estrella, y que el universo tenía mundos infinitos de civilizaciones que lo habitaba tanto por animales como por seres inteligentes. Rehusó tener imágenes de santos en su celda, pero sí, acepto el crucifijo. Estaba convencido de que el cristianismo, así como lo planteaba la Iglesia Católica, era una falsedad. Y que el papa y los altos cargos eclesiásticos eran unos hombres inútiles, fanáticos, deshonrosos, inspirados por genios perversos, sin ingenios.
Bruno enseñaba que la humanidad estaba desconectada de su parte divina, por culpa de una malévola enseñanza, que hace imposible la comunicación con la divinidad. Y consideraba que por este motivo Dios envió a Jesús a la Tierra para enseñarnos a re- conectarnos. Creía fervientemente, que la Iglesia no debía existir, ya que los seres de la naturaleza, el todo, eran Dios, sin necesidad de intermediarios. Creían que la Tierra y el Universo, eran seres inteligentes y no solo astros en el cielo.
Creía que el ser humano era eterno y que había existido antes y que existiría después del presente en que vivimos. Y que cuando el humano muere, su alma pasa a otro cuerpo. Estaba convencido que el cuerpo humano era la cárcel del espíritu. Creía que Jesús, no era el hijo de Dios, sino un ser excepcional, posiblemente enviado por el creador. Según Bruno, existen tres niveles de realidad, donde la fantasía conecta el mundo divino, con el mundo material. Y es el espíritu, quien vincula el alma con el cuerpo. Para el, la magia era real, de hecho creía que Jesús también era un mago, y decía que a través de la magia, se encontraba la puerta por la cual se podía invocar no solamente a seres de luz, sino también a los demonios, conocidos también como arcontes, o seres dimensionales y de otros mundos físicos.
Básicamente para Bruno, lo que las antiguas civilizaciones conocieron como dioses, demonios o seres espirituales, eran lo mismo. Pero el, los clasificó solo en dos grupos, seres inferiores o en seres superiores. Los seres inferiores son aquellos que pueden ser convocados o conjurados por el hombre, también son aquellos que podían poseer estatua, ídolos, que podían vivir en esas representaciones al cual el hombre la rendía culto, mientras que los seres superiores eran aquellos que estaban al servicio de la naturaleza y eran estos, los que Bruno decía, tener comunicación utilizando una lengua sagrada, que había descubierto contenida en los jeroglíficos egipcios.
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Bruno no estaba solo en estas creencias y empezó a acumular muchísimos seguidores. Al manifestarse firmemente en que la Iglesia era una falsedad, y que sin fe no había miedo, sin miedo, no había manipulación, y sin manipulación no había poder, la Iglesia Católica entendió que estaba frente a un enemigo formidable y había que terminarlo.
Dos siglos después, en 1889 se eligió una estatua en el mismo lugar donde había sido quemado. Hoy día su imagen simboliza la libertad de pensamiento, y la condena al fanatismo religioso.
Este fue Giordano Bruno, el hombre que dijo, «la religión egipcia era muy superior al cristianismo en todos sus aspectos».
Volviendo al relato original, como ya se ha mencionado, al menos un templario rechazó el símbolo fundamental del cristianismo católico, “la cruz del crucificado”, y a cambio llevó consigo y plasmó en cada capilla templaria, sede de los iniciados, la cruz Tau, que no es más que la cruz Ank egipcia, símbolo de iniciación, como lo es también la cruz Paté (símbolo del Guerrero Santo), símbolo del más allá, de la vida y de la conexión con el universo y la creación, como una especie de línea telefónica directa con el Padre Creador. Asimismo, habían sustituido el severo patriarcado propuesto por la trinidad “Padre-Hijo-Espíritu Santo”7 por la antigua trinidad “Padre-Madre-Hijo”, más equilibrada. Además, en lugar de tener que sufrir los remordimientos de la propia sexualidad, sabían por experiencia que ésta era una puerta de comunicación con Dios, y al no permitir que un sacerdote les dijera cuál era la situación de su alma, buscaban la salvación directa por medio de la gnosis o conocimiento de lo divino, así como siglos después, Giordano Bruno reivindicaría.
7 Trinidad masculinizada por la Iglesia católica.
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Aunque todo eso ha venido castigándose con pena de muerte durante la mayor parte de los dos mil años transcurridos hasta nuestros días, todo se origina en las tradiciones secretas del Bautista, de Jesús y Magdalena. Como puede verse, existen motivos de sobra para guardar toda información sobre el tema en la clandestinidad.
La segunda razón del permanente atractivo de estas tradiciones estuvo centrada en que los heréticos no permitieron que ese conocimiento se perdiera, al aplicarlo y enseñarlo a las nuevas generaciones.
En la actualidad tendemos a subestimar el poder que tuvieron las ciencias en el curso de la historia: baste como ejemplo la invención de la imprenta, cuyo impacto revolucionó todo un mundo e incluso hizo que la gente, especialmente las mujeres, aprendieran a leer y escribir8. Por el contrario, aquella tradición clandestina fomentaba la búsqueda del conocimiento, incluso entre las mujeres, y alquimistas de ambos sexos trabajaron largas horas a puerta cerrada, movidos por el deseo de conocer grandes secretos que superaban las fronteras entre la magia, la sexualidad y la ciencia.
El linaje ininterrumpido de esta tradición clandestina, que se habría originado en los constructores de las pirámides e incluso quienes erigieron la Esfinge, habría continuado hasta los artífices que, aplicando los principios de la geometría sagrada, pudieron manifestarla en la sublime belleza de las grandes catedrales góticas. Ellos fueron los forjadores de esta civilización que fue preservada a través de la tradición secreta hasta nuestros días. No es casualidad que se creyera que Osiris había transmitido a la humanidad los conocimientos necesarios para la cultura y la civilización y, según lo han revelado recientes libros de Robert Bauval y Graham Hancock, “los conocimientos científicos que poseyeron los antiguos egipcios, aún no los ha alcanzado la ciencia moderna”
8 Hecho que resultaba muy poco habitual y se veía con mucha desconfianza por parte de la Iglesia.
Es importante destacar que una parte inseparable de ese linaje de científicos heréticos fueron los “Hermeticistas del Renacimiento”, cuya exaltación de sophia, la búsqueda del conocimiento y la naturaleza divina del hombre nació, en principio, de las mismas raíces de la religión del antiguo Egipto.
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Alquimia, hermeticismo y gnosticismo nos retrotraen inevitablemente a la Alejandría de los tiempos de Jesús, que fue un extraordinario crisol de ideas, y es por eso por lo que se repiten las mismas nociones inspiradoras en el Pistis Sophia y elCorpus Hermeticum de Hermes Trismegisto, que luego sobrevivieron en las obras de Simón el Mago, así como en los textos sagrados de los mandeos, donde podemos ver como se relaciona explícitamente a Jesús con la magia egipcia y con el Bautista y sus sucesores, Simón el Mago y Dositeo. A todos ellos se les cita como “licenciados” de las escuelas ocultas de Alejandría, y así, todas las tradiciones esotéricas de Occidente derivan de la misma raíz.
Sería un error entonces creer que el conocimiento buscado, y evidentemente alcanzado, por los templarios o los hermeticistas fuera sencillamente lo que hoy se conoce como filosofía o ciencia. No obstante, lo que sí queda claro que estas disciplinas eran parte de lo que ellos anhelaban, pero que la tradición secreta tiene además otra dimensión que no es oportuno silenciar, ya que, por debajo de todas las preocupaciones arquitectónicas, científicas y artísticas, latía la búsqueda apasionada del poder mágico.
¿Por qué era esto tan importante para ellos?
Tal vez se hallaría la clave en los rumores sobre la “sujeción mágica” de Juan a los poderes de Jesús, siendo significativo el hecho de que los templarios, que reverenciaban al Bautista por encima de todo, fuesen acusados de adorar una cabeza cortada en sus ritos más secretos, la que sin duda era la de Juan o la de Jesús reproducida en la Sábana Santa de Turín, ya que está claro que nunca existió un Baphomet.
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La palabra “Baphomet” posiblemente sea una palabra en clave para identificar SOPHIA o el CONOCIMIENTO. Sophia era la diosa del conocimiento; los antiguos gnósticos creían que había encarnado en esa época como María Magdalena, de ahí que el nombre clave de ésta, para los templarios, pudiera haber sido Baphomet.
En estas líneas no se plantea el tema de la validez y la eficacia (o todo lo contrario) de la magia ceremonial, ya que, para nosotros, lo importante es lo que las personas han creído durante siglos, así como la trascendencia que esto haya tenido para sus motivaciones, sus conspiraciones y los planes que se hayan puesto en juego. Sin embargo, el ocultismo fue la verdadera fuerza motriz de muchos pensadores, tenidos comúnmente por “racionalistas”, como Leonardo Da Vinci, Sir Isaac Newton o el propio Dante (todos ellos, con alta posibilidad de ser templarios iniciados), así como de los círculos interiores de las organizaciones, como la secreta Orden del Temple, el mal llamado Priorato de Sion y ciertos capítulos de la francmasonería. Entre esa larga filiación de magia y magos secretos, podríamos incluir también al Bautista, a Jesús y a María Magdalena como los sumos sacerdotes de los conocimientos ancestrales heredados por el antiguo Egipto, puesto que éstos fueron originados en tiempos pre- egipcios.
Así, en una de las versiones menos conocidas de la leyenda del Grial, el objeto de la búsqueda era la cabeza cortada de un hombre puesta en una bandeja. ¿Aludía esto a la cabeza decapitada del Bautista y a los extraños poderes de encantamiento que se le atribuían y que serían transferidos a quien la poseyese? Una vez más, la incredulidad moderna es mala intérprete de los conocimientos arcanos, ya que lo que nos debe importar es que se creyese que una cabeza, además de sagrada, manifestara, en algún sentido, cualidades mágicas.
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Tomemos en cuenta que también los celtas tienen una tradición de cabezas embrujadas, cuya referencia más pertinente puede ser la cabeza que estaba depositada en el templo de Osiris, en Abydos, a la que se le atribuían dones proféticos.
En cuanto al Sudario de Edesa, puede representa a Jesús decapitado y no a Juan. Al principio se creía que esto no había sido más que un recurso visual para transmitir la idea (procedente de las ideas heréticas juanistas, que también incorporo Leonardo Da Vinci), de que el decapitado (Juan) era moral y espiritualmente superior al crucificado (Jesús). Por supuesto, es evidente que la división entre la cabeza y el cuerpo del desconocido difunto del sudario es deliberada, pero quizás se tratara de sugerir otra cosa al intentar aludir a la idea de que Jesús, era dueño de la cabeza de Juan, con lo cual habría absorbido a éste en cierto sentido mágico, convirtiéndose en un Jesús-Juan, como afirma Morton Smith en el libro anteriormente mencionado.
Se ha visto, además, que el dedo índice levantado en la obra de Leonardo simboliza a Juan el Bautista. Se puede apreciar que este mismo personaje hace ese ademán en la última pintura del maestro y en la escultura que se conserva en Florencia, lo cual no resulta tan insólito ya que otros artistas también se representaron en la misma postura. No obstante, debemos tener presente que, en la obra de Leonardo, sin embargo, siempre que cualquier personaje hace este ademán nos encontramos frente a una inequívoca referencia al Bautista, tal como ocurre en el personaje de la obra La Adoración de los Magos9 , que se encuentra junto a las raíces salientes del algarrobo (árbol que tradicionalmente simboliza a Juan) y apunta, con un dedo, hacia la Virgen y el Niño.
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Una composición similar observamos en el “dibujo” titulado Santa Ana, la Virgen y el Niño, con San Juan Bautista, donde aparece un bosquejo de una mano, atribuible a Santa Ana (la madre de la Virgen María) realizando el mismo gesto, mientras que el Niño Jesús parece estar bendiciendo a un San Juan, también niño, con su mano derecha.10
Por último, en el fresco de la La Última Cena 11, un discípulo rudamente encara a Jesús taladrando el aire con su dedo índice, en un gesto inequívoco. Pero además de interpretar que, con este ademán, es como si estuvieran diciendo “los seguidores de Juan no olvidan”, se puede tomar también como referencia a una reliquia existente: el dedo de Juan, que según la tradición figuraba entre las más preciadas posesiones de los templarios.
9 La Adoración de los Magos está pintado al óleo sobre tabla y data del periodo 1481-1482. Se conserva en la Galería de los Uffizi, Florencia, Italia. (N.del A.)
10 No hay que confundir el “dibujo” (al carboncillo), exhibido en la National Gallery, Londres, Reino unido, con el cuadro terminado que se encuentra expuesto en el Museo de Louvre, Paris, Francia. En el boceto se incluyen cuatro personajes: Santa Ana (madre de la Virgen María), la Virgen misma (sentada en su regazo) y que a su vez sostiene en sus brazos al niño Jesús, quien levanta la mano derecha en señal de estar bendiciendo al cuarto personaje que sería San Juan Bautista (niño). En esta obra inacabada, Leonardo insinúa un bosquejo de una mano izquierda (que podría pertenecer de Santa Ana), con su índice señalando al cielo. Por su parte, en el cuadro terminado aparecen solo los tres personajes principales en el mismo orden, pero en éste, el niño Jesús abraza por la cabeza a un cordero (símbolo de la pasión), no aparece la mano que señala al cielo ni tampoco San Juan Bautista. (N. del A.)
11 El mencionado fresco de Leonardo se encuentra en la pared sobre la que se pintó originariamente, en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en Milán, Italia. (N.del A.).
CONTINUARA….

Gracias Hermanos
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